Catálogo

«Si quería ser escritor tendría que aprender de una puta vez a lidiar con el rechazo. Escribir también es eso, tragarse rechazos y seguir hacia delante. Hasta donde yo sé, por mi propia experiencia, escribir es arrancarse la piel, mostrarse totalmente —más allá del cuerpo y de la mente— y que te rechacen una y otra vez».
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Los cincuenta y cuatro artículos que contiene No soy Enrique Vila-Matas (escogidos con mimo para la ocasión) trazan, página a página, un viaje a través de la música, literatura y otras expresiones artísticas que forman parte del universo de Montero Glez. Esta edición de pequeño formato, con la que se estrena la colección Punto Veintidós de Papelillo, incluye unos índices finales que suman valor a un libro donde las referencias culturales tienen gran relevancia.
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«En el principio fue el aullido, el grito liberador cuya sombra se proyectaba en el infierno. Luego llegó el metal del saxofón, el cuerno del diablo que imita los bocinazos de los coches; el sonido de una ciudad donde se abandona todo tipo de esperanza; el mercado negro donde se ofrecen sacrificios al dios Moloch a cambio de interés a corto plazo».
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La carretera muerta recoge seis historias que relatan las vivencias a finales de los ochenta del protagonista, Gabi, un buscavidas enganchado al caballo. Genuino hiperrealismo sucio leonés, puro, sin adulterar. Textos autobiográficos y sin cortes, surgidos de la calle y de las entrañas de Oca Fidalgo. A pecho descubierto. Citando a Gómez Escribano en el prólogo que acompaña a esta edición: «No se anda con jodidos eufemismos el nota».
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«Aquello era la meca del polvo, la capital del caballo cuando rugían los ochenta, y todavía puntera en los noventa. Poblados en los que reinaban mil políticas diferentes, agujeros peligrosos en los que tenías que entrar con el pincho preparado: la chupa colgada del brazo como el capote de un torero y el estoque listo por debajo; andarte al lío, controlar con la peña que iba de palo y poner los ojos alerta con la madera rondando».
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Pauline (Martin) Tabor Webster (1905-1992) regentó durante casi cuatro décadas la casa de Bowling Green (Kentucky), un prostíbulo —célebre entonces— situado en el número 627 de Clay Street. Poco después de dejar el negocio, decidió contar su historia y vivencias como madame, y en 1971 apareció Pauline’s.
Para esta edición contamos con una nueva traducción de la mano de Miguel Ángel Medina, también conocido como Med Vega, quien le devuelve su poderío a la voz de Pauline.
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«Supongo que habrá quien diga que escribo mis memorias para disculparme por la vida que he llevado, o que busco dar glamour a un negocio turbio e ilícito. Esa no ha sido mi intención. Soy muchas cosas, pero no soy una hipócrita. He tenido mis alegrías y mis penas, mis altibajos, mis sorpresas y mis decepciones. Pero nunca he perdido la fe en mí misma».
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