El papelillo de apertura contiene el testimonio de una persona (nacida a principios del siglo XX en Estados Unidos) que dedicó toda su carrera a un oficio ilegal. Dice cosas como esta:
«En mi trabajo me he topado con unos cuantos mafiosos importantes y, sin excepción, son escoria humana. Pero, por malos que sean, no son tan bajos como los funcionarios públicos que están en sus nóminas. El llamado sindicato no podría existir ni una semana si no fuera por los funcionarios corruptos —incluidos policías, jueces, legisladores y abogados— que les sirven».
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